Mateo 22:34-40
34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se
juntaron a una.
35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:
36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente.
38 Este es el primero y grande mandamiento.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40).
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ace ya unos años me enteré de un suceso
ocurrido en la ciudad de Samaná, al norte de mi país, (República Dominicana);
allí vivía Altagracia, mujer cristiana, temerosa de Dios. Altagracia y Juan habían procreado tres hijos
Juan Alberto, Pedro y Esther. Supe que en una ocasión Altagracia salió al
mercado por comida y al regresar encontró su vivienda en llamas y a sus
pequeños niños en ella. Fue una situación
muy dolorosa, desgarradora… la verdad es que esto nos deja sin palabras.
Lo ocurrido a Altagracia, enloquecería a
cualquiera…de seguro que los días siguientes no fueron nada fáciles para esa
familia. Sin embargo, la fe que tenía
Altagracia y Juan los ayudó muchísimo a sobrellevar ésta triste pérdida. Los hermanos de la iglesia y sus parientes la
consolaron en su dolor.
Pasando los días, Altagracia volvió a
congregarse…animada, sabiendo que Dios estaba con ella…no dudó en ningún
momento de que Dios tenía un propósito en su vida… Ella entendió que
posiblemente su fe estaba siendo puesta a prueba y rogó al Padre por fuerzas
para mantenerse firme en su fe en él.
Pasando el tiempo, Altagracia otra vez
concibió otros tres hijos…la gente dice que son muy parecidos a los que perdió
en aquel fatal accidente. Dios
recompensó la fe de Altagracia…
Si Altagracia no hubiese amado a Dios
sobre todas las cosas, incluso por encima del amor que sentía por sus hijos, se
habría desmoronado ante tal sufrimiento…habría llegado a pensar, tal vez, que
Dios la había abandonado…que él no se preocupaba por ella por haber permitido
que eso pasara. Es probable que hasta se
haya enojado con Dios. Fue su amor y su
fe en Dios lo que la sostuvo. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios? (Juan 11:40).
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